A mi primo Danielito y a mí nos maravillaba la
tecnología. Para nosotros uno de los mejores días fue el día que llegó a la
casa de nuestros abuelos el radio ¡doble casetera! Era 1990, era época de
Mundial, veíamos el espectáculo en el único televisor a color que había en la
casa, el tele de mi tía Lola, que además de ser a color, tenía ¡control remoto!
Ahora debo contar que no me interesaba tanto lo que pasara en el partido como
escuchar a Dani narrar el partido como todo un narrador (mejor que ellos) y que
ganara Alemania o algún equipo que con su victoria haría que Alemania
triunfara.
Con la llegada del radio doble casetera empezaron
algunos experimentos: copiar casets y grabar entrevistas. Copiar casets no era
la gran cosa pero entrevistarnos y entrevistar a miembros de la familia sí que era
divertido. Luego avanzamos a la edición
(Si me preguntan cómo lo hacíamos, no sé) Grabábamos casets con música y
entrevistas, recuerdo el de mía tía Lola respondiendo preguntas sobre su vida
diaria, que después de cada respuesta tenía partes de “Rosa, Rosa…” de Sandro.
Pasaron unos años, y ya en Venezuela, Dani y casi
todos los primos no solo me escribían cartas sino que me grababan ¡casets! y yo
grababa casets de vuelta. Yo oía y oía sus casets casi materializándolos en el
mundo nuevo que ahora vivía donde también había televisores a color y radios
doble casetera.
Con el nuevo milenio llegó el internet a nuestras
vidas, el nombre que de cariño varios de mis familiares me decían, “Monstra”, me
sirvió para mi identidad internauta (Aún no lo quiero dejar) Y con internet
empezó el chat: chatear con mis primos, con el que fuera, era para mí el
momento más feliz del día más feliz de la semana. Ya en el año 2003 tuve por
primera vez el lujo de dar una hora como cita por mail para que el día de mi
cumple nos reuniéramos en el chat. ¡Los tenía conmigo el día de mi cumple!
Llegó el día en que Danielito pudo venir al mundo
nuevo y yo quería mostrárselo todo y empacar todo lo empacable para que llegue
a todos los demás primos. Ese era el año 2005, en el grabé mi último caset con
lluvia venezolana estridente de fondo en la soledad de mi cuarto compartido en
la residencia estudiantil. Los casets seguían siendo mejores que las cartas y
los chats: tenían voz.
En los años siguientes, Danielito me contaba por chat
que estaba enamorado de una brasileña que solo había visto por cámara web. A mí
me pareció increíble pero genial. Pensé que era dificilísimo que una relación
tuviera futuro así pero que de seguro valía la pena intentarlo. Ya se casaron. Ya nació Guilherme. Y hoy Guilherme
y yo nos conocimos por cámara web y siento que nos queremos de siempre y que
podemos seguirnos queriendo mientras haya amor y haya tecnología.