Y es aquí donde publicaré lo que se me ocurra escribir...

sábado, 13 de octubre de 2012

El 30 de abril


Esta vez el anuncio de la organización del magno 30 de abril se hizo por Facebook, mi primo Christian creó un grupo para la familia y lo primero fue eso. Todos empezaron a comentar qué se haría por el cumpleaños 93 de mi abuelo y yo a fantasear… Desde que cuatro días de carretera me separan de mi papá-abuelo, yo invento excusas para no ir a su cumpleaños… Esta vez no tenía imaginación para ninguna excusa absurda. Así que con la ayuda de E. el martes 24 de abril empezó mi sueño. Compramos el pasaje.

El jueves 26 me escapé, no le avisé a nadie sólo a los más cercanos. Tuve la valentía de subirme a un avión para 4 horas de vuelo y 5 días de un sueño. Llegué casi a medianoche. Lima siempre vuelve a sorprenderme. Seguridad y contrastes. Varios tíos y primos fueron al aeropuerto y mi sobrino Seppe se encargó de hacernos reír. Esa noche fui la huésped de mi primo Danielito y su esposa. Un día estás jugando con tus primos y a la mañana siguiente abres los ojos en la casa de uno de ellos y tiene una linda esposa y un lindo bebé. ¡Conocí a mi sobrino Guilherme! Es hermoso y muy inteligente.


Ese día, el 27, volví a ver a mi abuelo. Estaba preparada para verlo tres años más viejo y enfermo pero me recibió de pie. Es el hombre más fuerte que conozco. Y su apetito comprueba su salud. Esa tarde, mi tío Daniel me llevó a la casa de la abuela de mis hermanos, donde parece que el tiempo se detuvo estos 10 años y aunque las paredes estén viejas, las ideas siguen intactas en sus cabezas. Ese atardecer lo pasé con mi prima Sandra, y entre helados sentí que he estado con ella siempre. Y cuando llegó la hora en que un caraqueño promedio se encierra en su casa porque se acabó el día, mi prima Dannissa me invitó a un concierto de la Sinfónica Nacional del Perú. Fuimos y vinimos en transporte público sin problemas. Llegamos a las 11 p.m. y la bodega de al lado estaba abierta, allí me dediqué a comprar pedazos de mi niñez en dulces y allí llegó mi primo Johnny, ese es otro que ayer jugaba conmigo y ahora es abogado…  

Para celebrar el cumple del abuelo, el día 28, nos fuimos a un club campestre a unas cuantas horas de Lima. Comí riquísimo junto a mis tíos Geomar, Milton, Marconi y Lucy y Sara y Daniel; mis primos Danielito, Christian, Juan Pablo, Karin y su novio, Sandra, Said y mi sobrino Giusseppe. Esa noche dormimos varios en colchonetas en la sala. No se imaginan la divina sensación de seguridad y cariño que siente cuando estás de viaje con tu familia. La noche del 29 de abril esperamos las 12 como si fuera la Navidad… quien nacía una vez más era mi abuelo Amador Pacheco Canal. El 30 de abril de 1919 era solo un huérfano pobre que nacía en una provincia, 93 años después es el patriarca al que amamos y que une cuatro generaciones. Yo sentí que el 30 de abril de 2012 mi abuelo estaba feliz, hablamos mucho, le dimos de almuerzo lo que él pidió… Yo también fui feliz cuando, al final del almuerzo le dije que tenía sueño y el comenzó a cantarme: “Duérmete mi bebe, duérmete mi wawa…” Sólo eso hizo valer la pena el gasto de 4 meses de sueldo y el miedo de montarme en un avión. El 30 de abril terminó con torta y con vino… Hablamos casi toda la noche… A la mañana siguiente muy temprano empezaría mi viaje de regreso… Yo en un avión otra vez para despertarme del sueño y ver a los que más quiero.


El 1ero de mayo en la mañana después de mucho problema para abrir la camioneta de mi tío Daniel. Nos fuimos a Lima. Me dejaron en casa de mi tío Milton, él prometió llevarme en 15 minutos al aeropuerto… Yo estaba nerviosa, no quería perder el vuelo. Mi amiga Florángel, la hermana de mi amiga María Claudia, estaría allí. No pudimos ponernos de acuerdo para sentarnos cerca pero igual la quería ver.

Llegué al aeropuerto, comí… Me despedí del sueño de estar con mis tíos y en la cola de migración, ya sola, empecé a llorar. Menos mal que Florángel me esperaba. Esa Flor que demasiado pronto se convertiría en ángel, estaba sentada al lado de mi lugar. Y como ella misma me dijo “por microsegundos” no me deja el avión… Yo creía que Dios me había puesto a Florángel en el puesto de al lado en el avión para que yo no llorara más pero en realidad era porque esa sería mi última conversación con ella: me habló de cuánto le gustó su viaje a Lima y de cuánto le gustaba ese curso que estaba haciendo, me contó todos sus planes y yo la admiré. Siento mucho no haberle dicho ese día lo mucho que la admiraba y la quería, espero que lo haya llegado a saber. Que descanse en paz. 

Ya en Caracas, he querido reconstruir minuto a minuto esos cinco días, con fotos, con videos y con letras... Me rindo, creo que nunca tendremos manera de hacer soñar a otros nuestros propios sueños.