Esta vez el anuncio
de la organización del magno 30 de abril se hizo por Facebook, mi primo
Christian creó un grupo para la familia y lo primero fue eso. Todos empezaron a
comentar qué se haría por el cumpleaños 93 de mi abuelo y yo a fantasear… Desde
que cuatro días de carretera me separan de mi papá-abuelo, yo invento excusas
para no ir a su cumpleaños… Esta vez no tenía imaginación para ninguna excusa
absurda. Así que con la ayuda de E. el martes 24 de abril empezó mi sueño.
Compramos el pasaje.
El jueves 26 me
escapé, no le avisé a nadie sólo a los más cercanos. Tuve la valentía de
subirme a un avión para 4 horas de vuelo y 5 días de un sueño. Llegué casi a
medianoche. Lima siempre vuelve a sorprenderme. Seguridad y contrastes. Varios
tíos y primos fueron al aeropuerto y mi sobrino Seppe se encargó de hacernos
reír. Esa noche fui la huésped de mi primo Danielito y su esposa. Un día estás
jugando con tus primos y a la mañana siguiente abres los ojos en la casa de uno
de ellos y tiene una linda esposa y un lindo bebé. ¡Conocí a mi sobrino
Guilherme! Es hermoso y muy inteligente.
Ese día, el 27, volví a ver a mi abuelo. Estaba preparada para verlo tres años más viejo y enfermo pero me recibió de pie. Es el hombre más fuerte que conozco. Y su apetito comprueba su salud. Esa tarde, mi tío Daniel me llevó a la casa de la abuela de mis hermanos, donde parece que el tiempo se detuvo estos 10 años y aunque las paredes estén viejas, las ideas siguen intactas en sus cabezas. Ese atardecer lo pasé con mi prima Sandra, y entre helados sentí que he estado con ella siempre. Y cuando llegó la hora en que un caraqueño promedio se encierra en su casa porque se acabó el día, mi prima Dannissa me invitó a un concierto de la Sinfónica Nacional del Perú. Fuimos y vinimos en transporte público sin problemas. Llegamos a las 11 p.m. y la bodega de al lado estaba abierta, allí me dediqué a comprar pedazos de mi niñez en dulces y allí llegó mi primo Johnny, ese es otro que ayer jugaba conmigo y ahora es abogado…
Para celebrar el
cumple del abuelo, el día 28, nos fuimos a un club campestre a unas cuantas horas
de Lima. Comí riquísimo junto a mis tíos Geomar, Milton, Marconi y Lucy y Sara
y Daniel; mis primos Danielito, Christian, Juan Pablo, Karin y su novio,
Sandra, Said y mi sobrino Giusseppe. Esa noche dormimos varios en colchonetas
en la sala. No se imaginan la divina sensación de seguridad y cariño que siente
cuando estás de viaje con tu familia. La noche del 29 de abril esperamos las 12
como si fuera la Navidad… quien nacía una vez más era mi abuelo Amador Pacheco
Canal. El 30 de abril de 1919 era solo un huérfano pobre que nacía en una
provincia, 93 años después es el patriarca al que amamos y que une cuatro
generaciones. Yo sentí que el 30 de abril de 2012 mi abuelo estaba feliz,
hablamos mucho, le dimos de almuerzo lo que él pidió… Yo también fui feliz
cuando, al final del almuerzo le dije que tenía sueño y el comenzó a cantarme:
“Duérmete mi bebe, duérmete mi wawa…” Sólo eso hizo valer la pena el gasto de 4
meses de sueldo y el miedo de montarme en un avión. El 30 de abril terminó con
torta y con vino… Hablamos casi toda la noche… A la mañana siguiente muy
temprano empezaría mi viaje de regreso… Yo en un avión otra vez para
despertarme del sueño y ver a los que más quiero.
El 1ero de mayo en
la mañana después de mucho problema para abrir la camioneta de mi tío Daniel.
Nos fuimos a Lima. Me dejaron en casa de mi tío Milton, él prometió llevarme en
15 minutos al aeropuerto… Yo estaba nerviosa, no quería perder el vuelo. Mi
amiga Florángel, la hermana de mi amiga María Claudia, estaría allí. No pudimos
ponernos de acuerdo para sentarnos cerca pero igual la quería ver.
Ya en Caracas, he querido reconstruir minuto a minuto esos cinco días, con fotos, con videos y con letras... Me rindo, creo que nunca tendremos manera de hacer soñar a otros nuestros propios sueños.