Y es aquí donde publicaré lo que se me ocurra escribir...

miércoles, 5 de julio de 2017

Cabeza e Mango y la Negra

Hay cosas que nunca pensé cuestionarme. Yo he sido pobre siempre, miserable pocas veces. La educación en mi familia (la de mis abuelos) siempre fue tema de conversación. Mi abuelo siempre decía que la única herencia que nos dejaría a todos era la educación —bastante dinero que invirtió en ello—. Así fue. Mi madre casi con las uñas nos dio a mis hermanos y a mí educación de calidad. Y eso, en América Latina, se traduce en pagar educación privada. Algunas veces tuvimos que estudiar en escuelas públicas o semiprivadas y la experiencia fue muy mala. De modo que ahora que E y yo, profesionales los dos, tuvimos una hija, era obvio para mí que estudiaría en una escuela privada.

Pero ahí estaba yo ayer camino a realizar la inscripción de mi hija en la escuela que más nos gustó y que a ella le gusta también, DUDANDO. Mientras me tomaba el café antes de salir le decía a mi mamá que las listas de útiles no bajan de 200 mil bolívares y que si acaso hay bono de lista escolar en mi trabajo, este no llegaba ni a 50 mil. Entonces, en mi camino del edificio a la parada, luego de agradecer a Dios por el bello cielo caraqueño, me pregunté y le pregunté a Dios si no estaría siendo muy loca, muy soberbia al querer inscribir a mi hija en una escuela privada cuando muchas veces a duras penas nos alcanza para medio comer. Pensaba en que si la mensualidad era mucho ahorita, con los meses, será mucho más...

De pronto, en el portón de la escuela pública que queda en la bajada veo que hay un cartel grande, que con bella y tradicional letra de maestra decía: “A fallecido nuestra compañera de labores: Sra. Carmen Quintana (La Negra.)”.

Que en paz descanse la sra. Carmen


Así, sin el menor cuidado de usar con hache la tercera persona del verbo haber; así, con los dos puntos de más y el punto de menos; así, con las mayúsculas puestas donde les dio la gana. Yo entiendo que el dolor de la muerte nos haga menos visibles las faltas ortográficas, yo misma escribí descanza en lugar de descansa en mi Facebook el día que mi abuelo murió. Puedo entenderlo, pero en la puerta principal de una escuela primaria es para mí inadmisible. Es un asunto de contextos, de entender cuál es tu trabajo. Yo no sé cuándo se perdió la idea de que los niños van a la escuela pública a aprender a leer y escribir de manera formal. Eso yo no lo acepto. No quiero aceptar que le enseñen a mi hija su mala ortografía.

Tampoco quiero que le enseñen a mi hija a usar apodos en la escuela. Los apodos para mí pertenecen a otros contextos que no son la escuela, el deporte es un uno. Hoy la noticia en Venezuela es que, promovidos por Oswaldo Rivero alias Cabeza e Mango, un grupo de chavistas entraron a hacer destrozos a la sede de la Asamblea Nacional, el parlamento venezolano, y con la anuencia de la Guardia Nacional golpearon a diputados y periodistas.  Yo no quiero que mi hija trate a la señora de la escuela como La Negra sino como señora Carmen. Y de la misma manera no quiero que siga las órdenes de ningún Cabeza e Mango, porque, como diría mi abuelo, así se llaman entre delincuentes.


De tal manera que como E y yo tenemos las mismas ideas respecto a la educación de nuestra hija, trabajaremos más, pediremos milagros, recortaremos aquí y allá y pagaremos la educación privada de nuestra hija, que en septiembre empieza el primer nivel de preescolar… tanto como podamos.