Parece mentira que se haya cumplido un mes desde que nos avisaron que mi tío padrino murió en el hospital. Para mí y creo que para él también era casi imposible que se muriera por cóvid. Mi tío Marconi era de buen comer, de tener mucha energía, de trabajar duro y jugar fútbol los sábados. Recuerdo que el año pasado me dijo que él no se contagiaba, que él trabajaba y se cuidaba con la mascarilla y no se contagiaba. Se sentía y se veía muy fuerte pero Dios tenía previsto algo mejor para él.
Desde que se enfermó, a finales de marzo, hemos orado mucho por él. Y desde que murió suelo escuchar de la nada su voz que retumbaba, la voz que siendo niña me llegaba a molestar con un “Vamos pueblo” que significaba que su visita a mi casa había terminado, que es esa misma voz que algunos temían, pero yo no. Mi tío fue muy generoso conmigo desde antes de mi nacimiento hasta muy pocos días antes de morir. Era un hombre de cálculos y de números, no de abrazos ni de poesías. Era un hombre práctico y siempre parecía estar muy apurado. También en morir se apuró.
Me consuela pensar que llegué a decirle que lo quería mucho, aunque se mostrara esquivo. Sé que me escuchó. Me da mucha tristeza pensar que no lo llegué a engreír de viejito. Dios sabe por qué. Me cuesta mucho acostumbrarme a la idea de que no llegará en cualquier momento y a cualquier hora a la casa a traer algo o a encargarme una traducción certificada. También me cuesta mucho acostumbrarme a la idea de que iré a su casa, pero no escucharé más el estruendo de su voz.
Tengo tanto que agradecerle que enumerarlo sería injusto. Mi tío sentía que siempre estaba como en deuda conmigo por ser mi padrino. No solo me hizo muchos regalos y me llevó de paseo con su familia muchísimas veces en mi infancia, sino que de adulta también fue generoso conmigo y mi familia. Son muchos recuerdos, la mayoría muy bonitos y graciosos. Los Pacheco hemos perdido parte de nuestra esencia en mi tío. Ahora tenemos que acostumbrarnos a vivir con los más bonitos recuerdos y aprovechar de crear nuevos entre los que vamos quedando.