Yo:
Buenas noches ¿Tiene Stalevo?
Empleada de Locatel con cara de recibir poco amor: No
Yo: ¿Glucofage de 1?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
Yo: ¿Euglucon?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
Yo: ¿Euthyrox?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
Yo: ¿Neurontin?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
Yo: ¿Aprovel?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
Yo: ¿Y Coaprovel?
Empleada de Locatel con cara de recibir
poco amor: No
No pestañó, no se rio, no cambió la
cara para nada. No la juzgué. Me imaginé que pasa todo el día consultando en la
computadora medicinas que hace mucho no llegan. Pensé que su trabajo ahora debe
ser triste. De todos modos, me pareció sospechosa su actitud inmutable. Así que
paseé cada pasillo sin ver nada atractivo, tomé mis dos pastas dentales de
rigor. En Venezuela, está escaseando la pasta dental y nos permiten comprar dos
cada semana, lo que para una familia como la mía es mucho pero uno compra
porque dicen que no habrá más.
Entonces me paré en la cola más corta,
me cercioré de que todos en todas las colas llevaban dos pastas dentales además
de alguna cosita. Locatel es una “farmacia” de esas que venden de todo y es
grande como un supermercado. Bueno, decir de
todo ahora en Venezuela es decir pocas cosas. Me quedé mirando a las
empleadas de la farmacia. Todas se ven similares, jóvenes, medio gorditas, de
rulitos y con cara de cansancio y malas pulgas. Todas menos una. Hay una, que
ya me había llamado la atención antes, que es blaaaaanca y se ve mayor que las
demás, se ve que pasa los cincuenta y tenía cara de alegría o de al menos
cierto entusiasmo…
Delante de mí en la cola una mujer le
dice al marido que a ella no le alcanza el efectivo. Le explica a la cajera que
las Euthyrox son para ella pero que el marido, que está en la cola de al lado,
es el que va a pasar la tarjeta… Se me pusieron los ojos como a Tom, el de Tom
y Jerry. Y la cajera mostrando la gloriosa cajita le dijo: ”Yo se la paso con
lo de él”. A lo que la mujer respondió que el marido también estaba llevando y
que permiten una sola cajita por persona y la cajera dijo: “Eso no importa, yo
hago una sola factura” Pensé ¡Qué bolas! El sistema permite dos. Mientras lo
pensaba me acerqué al mostrador de la farmacia y llamé con el dedo a la señora
de cara contenta y
Yo: Ay, señora, ¿No le quedará por ahí
Euthyrox?
Señora contenta: Sí, claro, de 100 mg.
¿Quiere dos?
Yo: Sí, por favor.
Señora contenta: Mire qué bonitos sus
zarcillos… ¿Cómo es que se llama ella? ¿Frida? ¿Frida Caro?
Yo: Ah… sí… claro… Frida, Frida Kahlo….
Señora contenta: ¿Algo más?
Yo: Bueno… Euglucón… Stalevo… Aprovel…
Señora: No, nada… Coaprovel es que llegó
un poquito.
Yo: ¡Coaprovel!! ¡Ese! Ese es el que
estoy buscando pero como hace tanto que no se consigue pido Aprovel, que sirve
de algo…
Señora contenta: le voy a dar una sola
cajita porque quedan dos nada más. Se las pongo en la caja 6. Siguiente.
Yo la quería abrazar. Quería brincar de
la alegría. Entonces recordé que ahora no solo buscamos Coaprovel para la tía
de E. sino que buscamos Aprovel para la abuela de mi comadre. A ambas las
quiero mucho… ¿Cómo hago con una sola cajita? Así que regresé al mostrador y le
dije a la señora contenta la verdad. Que una tía en la Candelaria y mi abuela
en Margarita toman la misma medicina, le pregunto que si yendo mañana
tempranito encontraré esa cajita, y ella me preguntó que dónde había comprado
esos zarcillos y yo le dije la verdad que me los regaló una amiga en mi
cumpleaños y ella me dijo que a su hija que está en la universidad le gusta
mucho esa mujer, que en una fiesta se disfrazó de ella, y sonreí y me dijo “Voy
a hacer la excepción y te voy a dar la otra cajita” Y quise, otra vez,
abrazarla. Y le agradecí.
Y ese fue el día en que Frida Kahlo me
ayudó a conseguir Euthyrox y Coaprovel.