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lunes, 20 de enero de 2020

Mentir por costumbre

La gente que miente, a mi juicio, profesa un profundo desprecio por aquel a quien le miente. No es sólo que no le importan las consecuencias lógicas de aquello que describieron con falsedad sino que no le importa la persona a la que le miente.

En la superficie, tiene miedo de la reacción del otro frente a la verdad: no quiere que le reclamen, no quiere que le rechacen, no quiere que el otro sufra. En realidad, esas actitudes no suponen la protección del otro sino una protección momentánea de su propia imagen. Es aquí donde viene lo crucial: esa protección es momentánea y arriesgada, porque las mentiras siempre se descubren.

Primero, pasa que a muchas mentiras se les notan las costuras y con los años y el conocimiento de la persona se detectan más fácilmente. Muchas personas detectan las mentiras y no se toman el trabajo de hacértelo saber. Segundo, pasa que otras situaciones o personas circundantes dejan al descubierto la mentira.


Tener cara no es algo común.

En ambos casos la decepción de a quien se ha mentido varía en función de la importancia que le  da a quien miente y en las consecuencias que ha traído tal mentira. Luego de la decepción y a veces de varias decepciones se pierde la confianza. Y nuestra sociedad está basada en acuerdos tácitos de confianza. Casi todas las acciones de nuestro día implican la confianza en principio en nuestro círculo más cercano pero también en todos los actores frecuentes o esporádicos de nuestra vida.

Es por ello que algo se rompe dentro de nosotros cuando vamos perdiendo confianza. Desde ese conductor que te dijo que te iba a avisar en el paradero y no lo hizo o que dijo que tomaba una ruta y no la cumplió hasta ese ser querido que te miente sobre temas delicados, todos, producen un sentimiento de incertidumbre.

No nos engañemos (que mentirnos también se nos da muy bien), todos hemos mentido, todos mentimos y seguramente todos lo haremos muchas veces más. Quizás se nos está pasando la mano de tanto mentir. ¿Vale realmente la pena mentir aunque causes dolor cuando llegue la verdad? ¿Es lo mismo un "llego en 10 minutos" falso que ocultar una bancarrota o un embarazo a tu familia?

Habría que pensarlo bien siempre antes de mentir o de ocultar verdades, sopesar consecuencias. Muchas veces un "no sé", por antipático que suene, es mejor a una fantasía que busque satisfacer una suerte de situación ideal. Ir armando una vida o una cara de una realidad que no es la personal es un riesgo que crece a medida que crecen las mentiras. Se pierde la confianza del entorno y luego el golpe de realidad siempre será más doloroso que haber afrontado la realidad desde el principio. Siempre.

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